martes, 17 de marzo de 2015

Primera ecografía, cribado, y una semana de médico en médico



Todo va fenomenal en mi embarazo. Después de todo lo que me hicieron la semana pasada (que no fue más que lo normal, pero hiper-concentrado en unos pocos días) puedo decir que he quedado muy tranquila y muy feliz. Ya había comentado en algún post anterior que me han citado para el tocólogo ya casi en la semana 14 de mi embarazo. La enfermera que me recibió allí comentó que no sabía por qué a las embarazadas que ejercemos la libre elección y cambiamos de centro hospitalario para llevar nuestro embarazo en Madrid nos citan tan tarde. De hecho, al estar casi terminando mi primer trimestre, aún había cosas pendientes y entraron las prisas. 

Lo primero que me pasó es que yo acudí el lunes pasado un tanto confusa a la consulta de tocología. Yo, primeriza perdida de la vida, pensaba que me iban a hacer la eco de las 12 semanas allí mismo, también porque como ya casi estaba de 14, no creía que pudiese ser para otra cosa. Pues no, el tocólogo, queridas primerizas, te deriva a las ecografías, que en mi caso me han hecho en el hospital. El tocólogo te recibe en el centro de especialidades (así se llaman al menos en Madrid), y de ahí te deriva a ecografías que te hacen en el hospital del que dependa ese centro (en mi caso, el Doce de Octubre). Yo salí de la consulta de tocología con tanto papel nuevo, tantas instrucciones y tantas citas pendientes para ya mismo, que me sentí totalmente perdida. Para gestionar un poco todo este exceso de información siempre es una genial ayuda ir acompañada a estas citas, porque un cerebro hace lo que puede, y dos pueden un poco más, de lo que no se entera uno, quizás se haya pispado el otro... Entre mi pareja y yo reconstruimos la situación y resultó que más o menos sí que nos habíamos enterado.

Llegué a la consulta de tocología y la ginecóloga (muy agradable, por cierto), me hizo unas cuantas preguntas, revisó los informes que llevaba, análisis de sangre y de orina, y me hizo una mini-ecografía. Allí tienen un ecógrafo que nada tiene que ver con los que te encuentras en el hospital, en el centro de especialidades son mucho más “de andar por casa”, pero a mí me pareció el mejor del mundo, porque en él pude ver por primera vez a mi bichito. Se le veía muy bien, estaba sentadito y se le distinguía incluso los huesecillos que estaban formando su columna, como una línea de puntos. Fue muy emocionante, aunque breve. Mi pareja estuvo conmigo y pudimos verle los dos. Esta mini-eco es la que tendrían que haberme hecho mucho antes para confirmar el número de fetos y la correcta implantación. Como a mí me citaron tan tarde, lo mío estaba ya avanzadísimo y se le vio a la primera y estupendamente. 



Pero claro, había que hacer la ecografía seria, la “de verdad”, la ginecóloga me dijo que me llamarían rápido porque me la había solicitado como preferente. En efecto, el martes por la mañana me citaron para el jueves. Antes de ir a la primera ecografía tienes que haberte hecho un análisis de sangre que llaman cribado o triple screening, es importante que los resultados de este análisis ya estén cuando vayas a la eco, porque es cruzando los datos de las dos pruebas como te dicen el índice de riesgo de que tu bebito tenga síndrome de down. Yo fui a la ginecóloga el lunes, el martes me sacaron sangre y el jueves cuando fui a la ecografía los resultados ya estaban. Esto lo destaco como reconocimiento al sistema público de salud, que muchas veces se piensa que es lento e ineficaz, y para nada.

Total, que en el Doce de Octubre solo hacen ecografías por la mañana, mi pareja trabaja, y don dos días de margen lo de pedir un día estaba muy chungo. Llamé a mis padres por si querían darse una vuelta por Madrid pero tenían el mismo problema con los trabajos, así que finalmente enganché a mi suegra (enganchar suena mal, pero vino encantada desde Extremadura a ver a su nietín o nietina). El jueves nos fuimos las dos al Doce. Allí hay cinco ecógrafos y te van llamando por megafonía. Lo suyo es que pases antes por la secretaría, que está frente a la puerta, porque aunque estés en la lista, a las que van pasando las llaman antes. Había un buen retraso en todos los ecógrafos (hay cinco) así que hubo que echarle paciencia, es probable que te pegues allí buena parte de la mañana. Aun así, mereció mucho la pena. Cuando por fin pasas, el médico te hace una serie de preguntas (básicamente, las mismas que te viene haciendo la ginecóloga) y te tumbas en la camilla para que te hagan la tan esperada eco. El primer rato el hombre dijo “vamos a ver que todo está bien” y no me enseñó la pantalla. Supongo que porque si hay algún problema muy visible la madre no se asuste, no sé. El caso es que la que más vio a mi peque fue mi suegra. A mí me lo enseñó al final un ratito (que de nuevo me supo a poco, pero lo disfruté mucho), y puso el latido del corazón unos segundos. Me emocioné un poquito y eché mucho de menos al papá en ese momento, aunque iba en muy buena compañía, pero es un momento que siempre que se pueda debería compartirse con la pareja. 




Ya me pude ir a casa con las fotos de mi chiqui en la mano. Como estaba de 14 semanas, el médico se aventuró a decirme que tiene pinta de ir a ser una nena, pero que eso me lo confirmarían en la ecografía morfológica de la semana 20, que me han dado para el 20 de abril, así que no tendré que esperar demasiado entre ecos, ventajas de empezar tarde. Yo tan ilusionada con la posibilidad de que sea niña, pero lo que de verdad me quitó un peso de encima fue cuando el médico me dijo que las posibilidades de que mi bebé tuviera síndrome de down eran escasas. Ahí respiré. No era una posibilidad que me obsesionara, pero reconozco que cuando te lo dicen, el alivio es grande. 

El lunes siguiente (ayer) tuve otra cita con la ginecóloga en el centro de especialidades para volver a tomarme la tensión, pesarme y ver otro poquito a mi peque (en una semana le he visto tres veces). Esta vez se le vio fenomenal el corazoncito, como latía. Como estas citas con por la tarde aquí si estaba el papá, y fue una alegría poder verla otro ratito. Me corroboraron que todo iba bien, que los datos del cribado y de la eco eran positivos, y me recomendaron vitaminas con yodo porque tengo un poco alta la tiroides, así que aunque empecé con Folidoce, ahora tomo Yodocefol, que tiene ácido fólico como la primera, pero además yodo y b12. 

En definitiva, estoy feliz de la vida, porque aunque me he pasado una semana de médico a médico, todo han sido buenas noticias. Ahora ya nos referimos al bebé como niña, aunque todavía podría darse el caso de que resultara niño, pero digo yo, a todas las chicas hubo un día en que, durante el embarazo de nuestras madres, se referían a nosotras como niños por la imposibilidad de saber qué seriamos realmente. Y no nos ha pasado nada por ello. Si luego la beba “decide” cambiar de sexo y en la semana 20 me aparece un niño, pues será igual de bienvenido y de querido.



Próximamente contaré algo sobre el proceso de libre elección hospitalaria en Madrid y sobre por qué escogí el Doce de Octubre como hospital para llevar mi embarazo y parto. Creo que merece la pena porque el cambio me está saliendo fenomenal y es un hospital donde estoy encontrando lo que buscaba. Incluso puedo ir a sus clases de preparación al parto y pasar de las de la matrona de mi centro de salud, que no me hace mucha gracia por seca y pasota.  Así que por si a alguien le viene bien, lo cuento en el próximo capítulo de “primeriza perdida de la vida”. 


Besotes :)

2 comentarios:

  1. Qué guay! Me alegro de que todo vaya como la seda y de que tu bichito siga creciendo sin problemas y sanito, que eso es lo importante. Estaré atenta a tu próxima entrada, aunque Madrid me queda lejos (vivo en Canarias), pero siempre cuentas cosas muy interesantes.
    Un besote

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  2. Gracias Helena!! Espero que pronto te pases a contarme que el tuyo ya está en camino ;)

    Ya me gustaría estar en Canarias ahora que al invierno le ha dado por volver... :S
    Besos

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