Este documental no va a dejar indiferente a nadie, pero en
especial a ninguna mujer madre o embarazada. Independientemente de cual sea tu
idea de un “nacimiento ideal”, en más de una de las historias relatadas en esta
película te quedas con los ojos como platos, si eres muy sensible, alguna
lagrima está asegurada, y desde luego es un documental muy apropiado para este
ejercicio tan sano que es abrir la mente y ver más allá de nuestro ombligo
(occidental).
El Primer Grito expone diversas formas de traer una nueva
vida al mundo: algunas impuestas, otras escogidas, algunas reflejo de la
desigualdad de género y de una sociedad llena de carencias, otras parecen
perfectas pero no tienen por qué serlo.
Podremos asistir a partos de todo tipo
Parto en París: medicalización en el “primer mundo”
El parto de una mujer en París es, probablemente, el que de
todos los que aparecen en la película, más se ajustaba a mi idea de lo que es
“normal” en un parto en un país occidental. Hospital, medicalización, médicos
orquestando la función, etcétera. Es una estampa a la que las mujeres de los
países desarrollados estamos más o menos habituadas, aunque también es verdad
que cada vez surgen más voces discordantes con este modo de gestionar un
proceso fisiológico como es el parto, que al final parece más una enfermedad
que un estadio para el que el cuerpo de cualquier mujer sana está preparado.
Parto en casa
Otra chica occidental decide tener a su bebé en casa. Esta
historia la podríamos asociar (tirando de tópico) con los típicos hippies
naturistas, pero nada más lejos. En muchos países europeos como por ejemplo
Holanda, esta práctica en embarazos de
bajo riesgo está muy generalizada. Claro que se suele recurrir a una partera y
no es todo tan “en comunidad” como aparece en la historia del documental. A mí
personalmente, la forma de plantear el parto en casa en este documental me ha
dejado con sentimientos encontrados: me gusta la idea de estar en tu ambiente,
lejos de instrumentos quirúrgicos y batas blancas, que yo como tanta gente,
asocio a la enfermedad. Sin embargo las complicaciones ocurren y bueno, quizás
un término medio entre la medicalización extrema de la madre entubada hasta las
cejas, y la apuesta alta de una madre sin ayuda especialista de ningún tipo,
sería una buena opción.
Japón: ¿casas o clínicas?
La mujer que tiene a su bebé en Japón lo hace en lo que
parece ser una casa, pero es una clínica, o una maternidad. Nada de aspecto de
hospital, y un parto totalmente respetado y en compañía de su marido y su hija
mayor. Este caso me ha gustado, es diferente a lo que sueles pensar de un parto
y así abres los ojos a otras realidades para las madres en las diferentes
partes del mundo. Entiendo que en esa casa tenían asistencia especializada, y
eso me parece importante. No es que crea que necesito cerca un cirujano (si mi
embarazo y mi parto no presentan complicaciones), pero desde luego una matrona
o su homólogo internacional, que no me falten. Por algo dirá la OMS que es el
personal sanitario más adecuado para asistir un parto. ¿Qué pasa si falla algo
en estas casas-clínica? Esa es la duda que me queda.
Cesárea en Siberia
Personalmente, creo que la cesárea es de las peores cosas
que te pueden pasar a la hora de tener un hijo. Con esto no digo que no sea
buena, que ha salvado vidas y que es un recurso. Pero me parece que debe ser
siempre la última opción. Es una cirugía abdominal mayor, y hay hospitales y
clínicas que las hacen como si de sacar una muela se tratase. No lo entiendo.
La mujer cuyo parto termina en cesárea en este documental, me parte el corazón.
Me da que pensar también sobre las famosas que se someten a “cesáreas
programadas”, y que son tan guays que eligen el día que nace su hijo y salen
del quirófano sin rastro de barriga. Qué pena me dan. Para mí son el vivo reflejo
de lo loco que está el mundo “moderno”, en el que hemos dejado que el dinero
termine con todo. En fin, en ese caso allá ellas, y ante todo respeto ante la forma de vivir el nacimiento de un hijo que cada una elija, no es que crea que son peores madres por ello. Pero a la chica de Siberia no
parecía hacerle demasiada gracia. Afortunadamente estas intervenciones suelen
acabar bien, lo que yo me pregunto es cuántas de las que se realizan estarán
plenamente justificadas.
La desgracia de tener una niña
En la India, tener una hija es el peor resultado posible de
un embarazo. En El primer Grito nos acercan a un parto en este exótico país, de
una familia sin medios, y que encima termina en niña. La cara inicial de
decepción de la madre es un poema, ya que una hija supone que, si quieres
casarla y hacer cierto ”negocio” con ella, tienes que procurarle una dote muy
cara para una familia en sus paupérrimas circunstancias. Una barbaridad a todas
luces, pero que sigue pasando a día de hoy. Una historia que quizás nos pueda
recordar por un momento que, pese a todo, las nacidas en este lado del mundo
somos mujeres bastante afortunadas, aunque en todos los países y en todos los
ámbitos todavía hay muchas cosas que mejorar, siempre hay un lado que se lleva
la parte más dura de la desigualdad de género.
Sobre la arena
Otra de las historias que nos relata El Primer Grito es la
de una mujer tuareg. Otro caso de desigualdad flagrante envuelto de pobreza. La
peor de las historias. Las mujeres tuareg tienen que irse a parir al desierto,
puesto que las tiendas de los campamentos están reservadas para los hombres.
Escandaloso desde el punto de vista cultural, una realidad que me era
totalmente desconocida y se me ha clavado. Mientras las mamás modernas y
occidentales debatimos sobre si queremos o no epidural, otras mujeres no tienen
siquiera una toalla limpia con que envolver a su recién nacido. Da que pensar.
El parto con delfines
No había oído hablar de esta práctica, ni por supuesto tengo
la posibilidad ni de plantearme que mi parto sea así. A priori parece todo muy
bucólico y muy bonito pero me surgen dudas y no me queda muy claro la ventaja
de la presencia de los delfines en sí misma. Claro que el documental muestra
tantas historias que es normal que algunos detalles se pierdan. Este parto se da en México, aunque no me consta que sea frecuente en ese país, puede que sea simplemente una opción más que sin ser mayoritaria o representativa de la realidad del parto en un país concreto, merecía estar reflejada en El primer grito.
También es posible que el detalle exista y me lo haya
perdido, de esta última o de todas las historias que aparecen en el primer
grito. Por eso os invito y os animo a verlo ya dejaros asombrar por todas las
realidades mundiales que rodean al parto. Al final de todo me queda como
reflexión final el que, independientemente de la circunstancia, del transcurso
del proceso, o del resultado, el parto es una realidad Femenina con mayúsculas,
y en momento de tal relevancia en la vida de cualquier mujer (de aquí o de
allá) que el trabajo para recuperar nuestro poder y control sobre él es una necesidad
imperiosa. Debemos poder decidir, contar con información, utilizar las herramientas a nuestra disposición, huir de la
superstición y del dogma, e intentar caminar en la lucha por un parto y una
maternidad libres, seguros y felices en cualquier lugar del mundo.
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