Enterarse del propio embarazo, según
mi experiencia, se podría definir como una montana rusa de
emociones, dudas, miedos, pánicos, pero sobre todo ilusiones. Aunque
cabe destacar que no es lo mismo desear un embarazo que confirmar un
embarazo. Cuando nosotros nos enteramos del positivo, después de
meses fantaseando con la idea de tener un peque, de hablar mucho
sobre el tema, de desear sentir las sensaciones del embarazo, yo de
repente me quedé helada. Mi chico fue quien vió el test porque yo
estaba muy nerviosa y no quería ni mirarlo. Si allí había dos
rayitas, la vida tal y como la conocía iba a quedar atrás
prácticamente en aquel instante, me parecía demasiado fuerte. El
papi lo miró y me dijo: “somos tres”, y se echó a reír, porque
suele partirse la caja cuando está muy nervioso y aquel día era
para estarlo. Entonces vi el test y efectivamente, era positivo.
Yo llevaba una semana de retraso y me
notaba extraña. No mareada pero si cansada. No vomitaba, pero sentía
ascos de repente y sin venir a cuento. Me meaba a todas horas. Tenía
insominio (que no tardaría mucho en convertirse en la narcolepsia
que tengo ahora). En definitiva, notaba cambios en mi cuerpo.
Habíamos ido a pasar las navidades con nuestras familias, lo que
implica que el papi estaba en casa de su madre y yo en la de la mía,
así queno me había dado por hacerme ningún test, aunque lo pensé
varias veces. Quería darle una sorpresa al papi y se me ocurrieron
maneras muy festivas y flamencas de darle la noticia, como envolverle
el test y dejárselo en el zapato el día de Reyes, pero ya era tan
evidente que algo había cambiado, que no pudimos esperar más, y el
3 de enero fuimos a comprar el test a la farmacia.
“Si sale que sí, es que sí. Si sale
que no, te lo repites dentro de una semana”. Así de claro nos lo
dejó la farmacéutica.
Se supone y se recomienda que se haga
el test con la primera orina del día, que es la que tiene más
concentración de la hormona que indica que estás embarazada (la
gonadotropina). Yo no esperé porque tenía los nervios de punta y me
lo hice a las tres de la tarde. Y salió en un par de minutos. Cuanto
más retraso tienes, más concentración de hormona hay en la orina,
y por lo tanto más detecta el test, por lo que en mi caso, con seis
días de retraso, la línea de T se marcó poquito, pero se notaba
que estaba marcada. Hace un mes y medio que hice el test y sigue
marcada, aunque ambas se hayan borrado un poquito. Sobre el 25 de
enero confirmé el embarazo con un test que me dieron en el centro de
salud y la línea estaba mucho más marcada y salió casi al momento,
tardó unos segundos. Espero que se aprecie bien en esta chustilla de
fotos :)
Test del 3 de enero |
Test del 25 de enero |
Cualquier test de orina que compréis en la farmacia funciona igual: pones la parte absorvente en contacto con la orina (con el chorro, o desde un vaso) y cuando se haya empapado bien cierras el capuchón y esperas. El test que me dieron en el centro de salud no tiene capuchón y venía con una pipeta para recoger la orina y poner un par de gotas en el hueco blanco. El sistema de rayas es el mismo: hay una letra C, la raya que sale a su lado saldrá siempre, es la de control y se encarga de probar que el test funciona y absorve correctamente, si esta raya no sale, puede que el test esté mal y es mejor hacer otro diferente. La clave está en la línea junto a la T, si esa sale, y por lo tanto salen las dos, bebé al canto.
Después del test, el dilema: a quién
se lo decimos, en qué orden, cuándo, cómo. Decidimos decirlo sólo
a cuatro amigos íntimos en los días siguientes, pero a nadie más
hasta que lo supieran los abuelos a los que, desde luego hay que
darles la noticia en persona. Como nosotros no vivimos en la mis ma
ciudad que nuestros padres, había que esperar tres semanas hasta la
siguiente visita y cerrar el pico hasta entonces. A finales de enero,
una vez informados los abuelos, se enteró algún que otro familiar
de mucha confiazna y poquito más, porque al fin y al cabo el primer
trimestre es delicado y preferimos esperar un poco más hasta
levantar la veda informativa definitivamente. Ahora mismo, de dos
meses y medio, estamos todavía en esa fase informativa.
Y no, no es lo mismo querer embarazarse
que enterarse de que ya lo tienes encima. Alegría mucha, felicidad
toda, pero nuevas sensaciones de responsabilidad que crecen cada día
y que van transformando tu forma de ver la vida. Realmente los
chavales despreocupados que éramos se quedaron atrás cuando vimos
aquellas rallitas rosas. Lo que se nos viene encima en muy grande y
asusta a la vez que te llena de felicidad, son sensaciones
encontradas que aliñadas con un cocktail hormonal importante, hacen
que de ninguna manera puedas sentirte la misma. Esas pequeñas líneas
del test son las de salida de la carrera más importante de toda
nuestra vida: la de convertirnos en los mejores padres que podamos
llegar a ser para nuestro pequeñin o pequeñina. La carrera ya ha
comenzado. A por ello.
Mamá Babú
No hay comentarios:
Publicar un comentario