Se supone que desde la semana 20 los cambios son mucho más evidentes tanto para la mami como para el entorno. En mi caso, he empezado a notar (lo que creo que son) movimientos de bebé, la barriga me crece a un ritmo muchísimo mayor (yo diría que por días), he tenido pequeñas contracciones (por llamarlo así, ahora me explico), y mi capacidad pulmonar está seriamente resentida, parezco una abuelita subiendo cuestas.
Lo de los primeros movimientos del bebé es una experiencia bastante confusa. Tengo ciertas sensaciones que me hacen creer que es la bebé, sobretodo porque no las he experimentado nunca, y todo lo nuevo que pasa en mi cuerpo lo asocio inevitablemente al embarazo. Noto como "mariposillas" en el estómago (no las del amor de quinceañeros, estas son más evidentes y físicas), y presiones en determinados lados de la barriga que me hace pensar que la nena está de ese lado. Supongo que aquí se mezcla la sensación con la intuición. Aún son sentires muy leves, pero aún así, hacen mucha ilusión.
El crecimiento del globo barriguil es un hecho. Si bien hasta hace algunas semanas no era capaz de decir con seguridad si mi barriga crecía por el embarazo o por las tapitas que religiosamente me zampo en el bar varias veces por semana, ahora estoy segura de que es por lo primero y puedo notar las diferencias. La barriga de tapas es colgona, y suele manifestarse en plan flotador (muchas la conocemos de sobra); la barriga de embarazo evidente es redoda y sale desde la altura de las costillas. Es mucho más consistente. Resuelta esa duda existencial, añadiré que aprecio tamaños diferentes de barriga según el momento del día. Por ejemplo, me suelo levantar de la cama y verme menos barriga que a medida que avanza la jornada. Cuando estoy tumbada y relajada, más que barriga tengo un bulto debajo del ombligo (que es a la altura que llega el útero en estas semanas). A veces me acuerdo de la peli de alien y me da yuyu, pero en seguida me acuerdo de mi bebota y sonrío inevitablemente.
Esas pequeñas "contracciones" no son lo que entendemos por las mismas. En primer lugar, las llamo así porque lo que siento es una contracción muscular, pero obviamente no tienen mucho que ver con el parto, aunque sí podrían considerarse las contrarias a las de parto. Después de informarme me he enterado de que son normales a esta altura del embarazo y que suelen generarse como reacción a los movimientos fetales. Lo que sientes es sorprendente, pero para nada doloroso. Se endurece la parte de abajo de la tripa (si alguien os toca lo puede apreciar) y tú por dentro notas como si estuvieras haciendo algo así como abdominales involuntarias.
Mis pulmones se han quedado pequeños. Llego reventada a subir una cuesta de las pequeñas. Yo, que he sido la más andarina de todas, que he hecho senderismo de montaña, que me encanta andar y solía pegarme auténticas kilómetradas pasando por varias paradas de bus o metro que ignoraba sistemáticamente, ahora voy todo el día con la lengua fuera. Bien, pues también es normal. Esto se llama disnea y no supone un problema porque no disminuye la cantidad de oxígeno que recibe ni la madre ni el bebé (salvo que estas dificultades sean demasiado intensas, en cuyo caso quien mejor nos puede aconsejar es un médico). Se debe a que el útero se ha elevado ya considerablemente y empieza a presionar el diafragma hacia arriba. Si alguna vez has sufrido ataques de ansiedad, anemia o cardiopatías, es más probable que padezcas esta molestia, pero vamos que yo jamás he tenido ningún problema respiratorio y aquí me hallo, arrastrándome cuesta arriba y descansando en los rellanos.
Esta semana me han hecho la ecografía de la semana 20, la que es la más importante y que llaman "morfológica". Aquí te miden al bebé a fondo y le exploran la formación de los órganos. El feto ya está formado y tiene todas sus partes y organitos, pero evidentemente tiene que crecer. El resultado de la mía ha sido satisfactorio, lo han encontrado todo normal y esto siempre es un tremendo alivio. Además nos han confirmado que es una niña. Una niña que o bien es tímida o bien es rebelde, porque estaba semiescondida, tumbada mirando hacia el suelo y sin muchas ganas de colaborar. Le pudieron ver todo lo necesario a base de clavarme el ecógrafo hasta los higadillos. De hecho pasé dos veces: me hicieron esperar un rato a ver si la nena se colocaba algo mejor y nos dejaba sacarle una foto decente, pero nada. A los veinte minutos seguía igual. Eso sí, se le veía perfectamente la columna vertebral, porque la carita ni la olimos. Nos enseñó el cogote y su cerebrín, y con eso tuvimos que conformarnos. Pero bueno, lo importante no deja de ser que esté creciendo bien y sana. No le puedo exigir una buena foto porque yo tampoco he sido fotogénica en la vida.
Quizás es que sale a madre... :D
Mami Babú