Cada embarazo es un mundo, y eso lo entiendo ahora mejor que nunca. Veo a algunas amigas, embarazadas o mamás recientes, y cada una me cuenta una película distinta que va desde la comedia hasta el thriller, pasando por todos los géneros. La mía de momento es un coñazo de peli. Sosa per cómoda, eso sí. Con doce semanas de embarazo, no he vomitado ni una sola vez. Recuerdo esas imágenes enlatadas en lamente de todas de una embarazada abrazada al wc. Nada de eso. Este punto lo agradezco mucho. Alguna náusea aislada, pero ni siquiera fuerte.
Lo que si creo que cumplo es lo del apetito voraz que te lleva a comer por dos, aunque tampoco soy capaz de diferenciar hasta que punto como más, o simplemente me dejo llevar, ya que yo siempre he tenido muy buena boca, quizás el embarazo solo haya sido la excusa para dar rienda suelta a mi afición a la comida. Y es que todo me gusta, que le vamos a hacer. Eso sí, he cogido un asco tremendo a las albóndigas (contra las que nunca he tenido nada) y una afición nunca vista por los sandwiches mixtos, de los que me puedo zampar alegremente dos y tres al día. Primero de mis ridículos síntomas del embarazo. Creo que mi peli va más para comedia... La buena noticia es que pese a todo, he engordado apenas un kilo. Por primera vez la naturaleza se pone de mi parte en este tema, aunque precisamente ahora no me importaba engordar. Paradojas de la vida.
La somnolencia no la he podido evitar, creo que es el único síntoma que me ha dejado claro cristalino que algo había cambiado "de verdad". Me duermo por las esquinas. Siestas de dos horazas y vuelvo a dormirme a las once de la noche, yo que siempre he sido más bien noctámbula. Siestas "del burro", o minisiestas en la publicidad de una serie. Cualquier momento es bueno para una cabezadita. No obstante, me adscribo al sabio consejo de una buena amiga y madre veterana, hago caso a mi cuerpo y duermo (casi) sin remordimientos, pues se que dentro de seis meses, se acabó lo que se daba, y nunca volveré a dormir ni tanto, ni tan bien.
En el capítulo de antojos, a parte de los sandwiches mixtos, que bien se pueden considerar más adicción que antojo, unas semanas me dio por los saladitos, y en general me apetece mucha fruta fresca. El tema de la sed también es llamativo, tengo mucha más y mucho más intensa, además produzco bastante más saliva (esto me llamó mucho la atención), así que estoy todo el día empinando en codo, y no me muevo ni de habitación sin mi botella de agua.
Hubo un par de semanas en que lloraba por cualquier cosa y resultaba bastante gracioso. Ahí si que noté el barullo hormonal al que estaba siendo sometida. Pero como tengo tan pocos síntomas y en general me encuentro muy bien, cuando reconozco uno de ello, aunque sea ridículo o molesto, me alegro y todo. Llamadme rarita, pero me recuerdan que por ahí anda mi chiquitín o chiquitina y que de alguna forma se hace notar.
Síntomas a parte, este primer trimestre está siendo una etapa de crecimiento personal tremenda, probablemente de las más importantes de toda mi vida, auqneu después vendrán más relevantes aún. Estoy descubriendo nuevas facetas de mí misma, nuevas formas de entender la maternidad y el propio embarazo, y estoy aprendiendo muchísimo cada día. Creo que cuando el embarazo termine seré una mujer diferente, espero que mejor, y seguro que más completa :)
Mami Babú